El rendimiento de Paolo Guerrero en los últimos partidos por las Eliminatorias
no ha sido el esperado. Para muchos queda claro que el Guerrero que vemos en la
actualidad no es el mismo que deslumbró a periodistas, entrenadores y
aficionados al fútbol durante la Copa América. Esto se ve reflejado en su
sequía goleadora, la cual se ha prolongado por cinco partidos. ¿Qué sucede con
Paolo Guerrero? ¿Se trata simplemente de un bajón físico o existen otros
motivos que le impidan tener un desempeñó óptimo? Mediante esta entrevista,
Eddie Fleischman, periodista de ATV, nos da su punto de vista sobre la causa
del irregular momento de Guerrero en la selección.
¿A qué se debe el bajo
rendimiento de Paolo Guerrero en los últimos partidos de las Eliminatorias? ¿Es
sólo un bajón físico o hay algo más?
Hay un tema con el carácter de Paolo Guerrero, que hace que veamos
diferentes versiones de él. Yo creo que Paolo Guerrero necesita sentirse
principal. No por un afán de protagonismo, sino porque es su carácter. Creo que
él responde mejor cuando siente que es la figura del equipo. Cuando distribuye esa responsabilidad entre otros,
se diluye. En la Copa América se vio al mejor Paolo Guerrero. En las eliminatorias da la impresión de que
Guerrero no se enfocara en los partidos.
Contra Paraguay, en Asunción, esto se vio a los dos minutos de empezado
el juego. Con Colombia, en Barranquilla,
sucedió lo mismo. No es una cuestión de jugar bien o mal, es una cuestión de
enfoque, de cuánta ambición tengas y cuanta agresividad (en el buen sentido) muestres para afrontar
el partido. Yo no he visto a Paolo Guerrero con esa ambición, es por eso que en
la selección no hemos tenido su mejor versión, al menos desde la Copa América. A
veces incluso tengo la percepción de que Paolo Guerrero se subestimara a sí
mismo cuando está con Pizarro.
Siempre hay una discusión
sobre los dos…
Tengo la percepción de que se menosprecia a sí mismo cuando está Pizarro.
Analizando la situación, siempre tuvo a Pizarro delante. Cuando estuvo en el
Bayern Múnich, a veces tenía que reemplazarlo. Luego, mientras él tuvo que irse
al Hamburgo, Pizarro se quedó en Múnich. Tengo la sensación de que hubiera un
problema con Pizarro que influye en su reacción con el equipo, pero que no
tiene nada que ver con el trato personal.
¿Valdría la pena prescindir
de uno de ellos para tener un mayor funcionamiento del equipo?
Difícil. Para mí Claudio Pizarro es fundamental en la selección, es el
jugador de más categoría que tiene la selección, con buena diferencia.
Prescindir de él para apostar a tener al mejor Paolo Guerrero es riesgoso. En
la Copa América funcionó, pero ahora ¿si no funciona? Poniéndome en los zapatos
de Sergio Markarián, me pongo a pensar: “Para mi Pizarro es insustituible, es
el líder, el capitán. ¿Vale la pena sacrificarlo para tener al mejor Paolo
Guerrero? ¿Y si no resulta?”. El partido con Uruguay hay que ganarlo, y para
eso, hay que poner todo. Yo creo que cabría una conversación extensa con Paolo
Guerrero, para intentar convencerlo y tenerlo entregado a la selección, como no
ha sucedido, en mi opinión. Lo vemos en los berrinches. Estos son sintomáticos,
no son una reacción del momento. Yo considero que tiene que ver más con su
estado de ánimo. Esto lo desenfoca del partido, porque empieza a preocuparse
por el rival, por su duelo personal, por el árbitro.
No se le ha visto conectado
con sus compañeros.
Claro. Te pongo un ejemplo: Robert Lewandowski, un tipo que puede jugar
bien, jugar mal, hacer goles o no hacerlos. Otro caso es Mandzukic. Son
delanteros que están los noventa minutos enfocados en su tarea. Tú no los ves
en una discusión que les demore veinte minutos, que se reanude después y que se
hagan señas al terminar el primer tiempo. No levantan los brazos en cada falta.
Esos son síntomas de desenfoque, de estar preocupado en otros temas. Yo creo
que eso es lo que sucede con Paolo Guerrero. No se está enfocando en hacer lo
que tiene que hacer para la selección durante los noventa minutos de juego. Me
parece que el problema pasa por ahí, por lo emocional, por lo psicológico, más
que por un bajón futbolístico.
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